Deshollinar la chimenea es una tarea básica de limpieza y mantenimiento que deberás realizar con una frecuencia anual, especialmente recomendable al finalizar la temporada de utilización. Aún así, si le das mucho uso en invierno, se recomienda que cada semana hagas una limpieza simple, retirando los restos de cenizas y carbón. Ahora bien, hay dos maneras de limpieza, la mecánica, que consiste en utiliza un cepillo llamado erizo, y la química, mediante la quema de productos que disuelven los residuos.

A continuación os enseñamos a deshollinar la chimenea mediante ambos métodos.

Limpieza mecánica

1. Protege el frente de la chimenea con papel o plástico para evitar ensuciar la zona.
2. Elimina todos los restos de ceniza que queden en la chimenea con un cepillo y recogedor.
3. Asómate al interior de la chimenea e intenta ver el estado del tubo con una linterna.
4. Cubre el frente de la chimenea con dos plásticos solapados, pero deja una abertura en el centro.
5. Ponte gafas, mascarillas y guantes.
6. Introduce el cepillo deshollinador (erizo) lentamente e intenta frotar lo máximo posible y con cuidado para evitar que se suelten los tubos del conducto. Desenrolla el mango para llegar hasta el final del tubo.
7. Saca el cepillo y retira los plásticos cuando notes menos resistencia interior, lo que significa que habrás desprendido la mayor parte de los residuos del tubo.
8. Aspira los restos de hollín con el aspirador.
9. Limpia la base y la embocadura de la chimenea para dejarla lista.

Limpieza química

1. Enciende un buen fuego en la chimenea y déjalo arder durante 30 minutos para que el interior del tubo esté bien caliente.
2. Pon en el fuego un leño deshollinador o una bolsa sin sacarlos del envoltorio.
3. Deja quemar hasta que se consuma.
4. Limpia las cenizas cuando se enfríen.